U na cantante guatemalteca se gana la vida en los vagones del metro de Barcelona. Lo hace de forma ilegal, por lo que cada mañana debe consultar un grupo de WhatsApp en el que los demás compañeros músicos le advierten de las estaciones en las que hay más seguridad. En su país le paran por la calle, pero aquí, en Europa, son pocos los que la conocen, por lo que se ve obligada a actuar en la clandestinidad y con un sueldo basado en propinas. Le encantaría mostrar a los pasajeros sus temas pero no tarda en darse cuenta de que, si canta los hits de otros más famosos, recibe el doble de dinero.
Esta es una de las historias de la Barcelona oculta, bajo tierra, y en este caso, además, de forma literal, que no están en el foco de actualidad, pero que merece ser contada. Gerson Ortiz lo va a hacer. Él es uno de los quince narradores que, inspirado por el legado de Gabriel García Márquez, acepta el reto de capturar el latido multicultural de la ciudad que propone el taller “Narrar Barcelona desde la mirada de Gabo”, organizado por la Fundación Gabo y Biblioteques de Barcelona, con el apoyo del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes de Colombia, la Biblioteca Nacional de Colombia y el CAF (Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe).
Quince narradores capturarán el latido multicultural de la ciudad durante los próximos cinco días
Durante cinco días, desde ayer y hasta el 21 de marzo, los participantes, procedentes de Barcelona y distintos países de Latinoamérica, tendrán la oportunidad de aportar su punto de vista sobre la ciudad que Gabo habitó entre 1967 y 1975 y de hacer periodismo, ese oficio que el autor de Cien años de soledad calificó como “el mejor del mundo”. Lo harán bajo la dirección del escritor y periodista Juan Villoro, que ya ejerció esta labor de supervisión en otras dos ediciones, celebradas en Cartagena de Indias y en Buenos Aires. Y es que, si algo destaca de estos talleres, es su carácter itinerante, pues cualquier ciudad querría ser partícipe de la sabiduría del escritor colombiano.
“Fue un maestro del oficio muy generoso, pues no solo pensó en su propia obra sino que, también, hizo lo posible por favorecer a los jóvenes autores. En Cartagena de Indias apoyó a los cronistas desde la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano; en Cuba levantó la Escuela de Cine en San Antonio de los Baños para impulsar a guionistas; y en México respaldó a la Fundación para las Letras Mexicanas, que se dedica a becar a jóvenes escritores de ficción. Todos los géneros que él ejerció, procuró que se continuaran enseñando a las nuevas generaciones. Y la Fundación Gabo forma parte de ese espíritu, por lo que no dejará de trabajar con nuevos cronistas. Ahora tocaba hacerlo en Barcelona, el gran centro editorial de la literatura latinoamericana en los años 60 y cuya influencia persiste todavía hoy”, apunta Villoro desde la biblioteca Gabriel García Márquez, donde se impartirán las clases magistrales y se analizarán los trabajos que se presenten a lo largo de la semana.
El maestro de esta clase magistral asegura estar “contento” por “la variedad de temas que se tocarán”, entre los que también destacan la soledad de los ancianos, la proliferación de nómadas digitales, así como diferentes relatos migrantes ambientados en barrios obreros barceloneses que nunca antes habían contado sus historias en voz alta. “Lo que aquí se cocina es solo una muestra más de la vitalidad que siguen teniendo la crónica y el periodismo en un momento en el que es difícil ejercerlo”, concluye.