Vida oculta de una orquesta: luces, sombras y cambios de batuta
ABC acompaña durante una semana a la orquesta filarmónica de Gran Canaria en sus ensayos. El conjunto tiene por delante el reto de mantener el nivel que ha conseguido y encontrar al próximo maestro titular
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El oleaje atlántico sacude con fuerza las rocas de la costa de las Palmas de Gran Canaria y se entremezclan con el galope de Rocinante, los sueños de Don Quijote y la compañía de Sancho Panza. Es la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, que ensaya ... en el auditorio Alfredo Kraus, y a la que ABC ha tenido el privilegio de acompañar durante toda una semana para conocer los entresijos de una gran e histórica formación. Ante los músicos, las partituras de 'Don Quijote', de Richard Strauss, y una enorme cristalera con vistas al mar. El conjunto prepara un programa junto a la soprano Krassimira Stoyanova compuesto por tres obras: 'La danza oculta', de Elisa Cancio; 'Cuatro últimas canciones' y 'Don Quijote', ambas de Strauss, un programa para homenajear a la Sociedad Filarmónica de las Palmas de Gran Canaria en el 180º aniversario de su fundación. Los músicos están terminando de afinar sus instrumentos cuando una pequeña fila se empieza a formar por detrás del escenario. Son los abonados de la orquesta, que algunos miércoles tienen la oportunidad de asistir a los ensayos y vivirlos junto a uno de los artistas. Alguno de ellos elige directamente con quién quiere ir - viento, metal o cuerda, porque llevan mucho tiempo perteneciendo a esta familia y conoce de sobra al conjunto.
Aunque el alboroto desaparece en un instante porque el maestro Karel Mark Chichon, titular de la orquesta desde 2017, entra al escenario, saluda al concertino, se quita el jersey que lleva sobre los hombros y alza la batuta. Tras los primeros acordes de Strauss, algún abonado mira de reojo al músico que tienen al lado, asombrado y anonadado de cómo son capaces de seguir la partitura al mismo tiempo que atender a las indicaciones del maestro. Las indicaciones del maestro son rápidas, concisas, convincentes. Tiene claro lo que quiere escuchar: la gran batalla de Don Quijote contra el ejército del gran emperador Alifanfarón, en realidad un rebaño de ovejas, que es interpretada a base de trompas, trompetas y trombones. «Quiero caos, son ovejas lo que el hidalgo cree haber visto. Necesito más delirio, frenesí, agitación», dicta Chichon. Y el viento empieza a balar. Tras el ensayo, los abonados quieren preguntar al maestro acerca de un asunto que les preocupa a ellos, a la orquesta, y al mismo Chichon: su salida de la orquesta en 2027. «Es inminente y no hay vuelta atrás».
Algunos músicos se encuentran de camino al auditorio por la playa de Las Canteras. Todos se desplazan hacía allí otra mañana más para continuar con los ensayos. «Si tuviera que decir una particularidad de nuestra orquesta es el ambiente. Los maestros que llegan se quedan encantados de cómo reacciona al trato que recibe. Esa calidad se traduce en la música, en un modo noble de tocar con brillo. Y eso deriva en el público», asegura la clarinetista Laura Sánchez. La joven canaria camina hacia los camerinos junto a su marido Adrián Marrero, violín solista del conjunto. La vida de una orquesta es extraña. Son muchos músicos, de muchas nacionalidades, con distintas formas de comprender la música, de interpretarla, de transmitirla y, sin embargo, todos tratan de hacerlo en conjunto, sin destacar y, al mismo tiempo, sin perder la personalidad. «Aquí hay un sonido particular, oscuro, denso, un tanto alemán, que hemos conseguido juntos», asegura el maestro Chichon. Este se dirige al ensayo y, de nuevo, saluda al concertino, se quita el jersey y alza la batuta. El conjunto asiente a cada indicación, algunos lo hacen con la cabeza, otros prueban cómo suena lo indicado, y hay quienes anotan sus 'particellas'. La respuesta a cada directriz del maestro no solo es acogida, sino también ratificada. Aunque al principio no era así.

Cuando Chichon llegó por primera vez hace casi diez años, dice, se encontró una orquesta dividida, confrontada, rota. «Había huelgas continuamente, tensiones enormes con el entonces propietario y su gerente. Vine a solucionar esta división tan extrema. Y tengo que ser sincero: no fue tan difícil arreglarla. Aunque ellos estaban peleados nadie quería eso. La gente deseaba estar bien, otra cosa es que no tuvieran más opciones. No puedo decir que me lo pusieron fácil, pero cuando se dieron cuenta del potencial absoluto que había aquí la orquesta creció y creció», asegura Chicon. Cuando un maestro llega, hacerse con la confianza de los músicos no es sencillo, pero parece que Chichon cuenta con la de ellos. Al menos, de la mayoría. «Uno sabe perfectamente cuando hay un músico al que no le caes en gracia, y es normal, es imposible contentar a todo el mundo. Lo único que puedes hacer con él es contestarle de un modo mucho más amable, porque es algo que seguramente no espere de ti», asegura.
El maestro lanza unas indicaciones con ímpetu sobre el final de 'Don Quijote'. Después de un largo viaje junto a su querido Sancho Panza, llega la hora de la muerte. «En realidad no es un momento de tristeza, él se lanza a esa aventura porque le va a permitir soñar, que es lo que lleva intentando hacer todo este tiempo. Cargarlo de tristeza no ayuda», replica. Y al instante, esos nuevos compases suenan ya de otro modo. Hay una violista que llora emocionada, se seca las lágrimas tímidamente mientras una compañera le pregunta. Ella asiente tímidamente y alza el arco para deslizarlo sobre el instrumento. Las cuerdas conmocionan un auditorio vacío aún de asistentes, pero lleno de músicos emocionados ante el último aliento del hidalgo.



En los últimos diez años, la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria ha evolucionado a un ritmo vertiginoso. En todo este tiempo han desfilado por aquí maestros como Vasili Petrenko, Jean-Claude Casadeuss o Roy Goodman, así como miembros de la Orquesta Filarmónica de Berlín, el oboísta Albrecht Mayer o el violonchelista Bruno Delepelaire o el violinista Augustin Hadelich. Una de las tareas del maestro titular es precisamente acercar a otros directores o artistas al conjunto para mejorar la calidad y ampliar el repertorio. Es una gran oportunidad para el conjunto, aunque un maestro puede caer en la tentación de traer a otros directores que estén a su nivel o a uno inferior para no ver afectado su ego o prestigio. Algo de lo que Chichon es plenamente consciente. «A nadie le gusta escuchar que hay un director que lo hace mejor que tú, pero es la verdad, y hay personas que dirigen un repertorio mejor que yo. Podría camuflarlo trayendo a otros directores, pero no gano nada. Mi obligación moral y profesional es dar lo mejor al público y a los músicos. Si hiciera eso no estaría haciendo mi trabajo como debería. El éxito de la orquesta es mi éxito y su fracaso es el mío también».
Los músicos se levantan en el descanso para estirar las piernas, algunos hacen grupos para hablar y otros deciden ir a las máquinas para almorzar. Quedan menos de 24 horas para el concierto y están impacientes. «Los conciertos son una forma de demostrar cómo hemos crecido y evolucionado», cuenta uno de ellos. Y aunque todos están orgullosos de la evolución hay un asunto que los mantiene en tensión. El maestro Chichon decidió firmemente que saldrá de la orquesta en 2027 y no hay vuelta atrás. «Sé que si estiro más mi estancia se puede fastidiar todo. Es el momento propicio de marchar. Lo he visto en otras ocasiones y no quiero que me ocurra aquí», reconoce con franqueza.

Diez años ha costado levantar una orquesta rota y ahora toca encontrar a alguien que pueda llevar el timón y no bajar el nivel del conjunto. Es complicado que el proceso no sea abrupto. «Da mucho vértigo porque es cambiar seguramente a una forma de trabajar radicalmente distinta, incluso una visión de la música. Da más miedo aún cuando venimos de una etapa artística tan positiva. Nos preocupa y estamos intentado que el proyecto tenga una continuidad y no haya un vacío», explica el contrabajista Juan José Márquez, que además forma parte de la comisión artística. Lleva 16 años y conoce bien los cambios a los que van a estar expuestos como conjunto.
Los músicos, clave en la búsqueda del maestro
Aunque quedan casi dos años para que Chichon marche, la orquesta ya ha puesto en marcha la operación 'en busca de un nuevo maestro'. En Europa, como en la Royal Concertgebouw o la Filarmónica de Viena, son los músicos quienes deciden si un maestro viene o no. En España es inviable ahora mismo, pero Chichon quiere que los músicos tengan voz en esta búsqueda del nuevo maestro. Para ello, pregunta a los músicos después de la visita de cada director invitado que pasa por allí para saber si le gustaría que fuera el próximo titular de la orquesta. «Nunca les habían preguntado por esta elección y me parece importante. Es cierto que la elección depende de muchas cosas como la disponibilidad, pero tenemos que escucharlos. Es bastante histórico en España que ocurra algo así», indica el maestro. Aunque en este caso, el director debe contar con dones talentosos en la dirección, sino también la capacidad de gestionar otros asuntos como la organización del conjunto y asuntos más administrativos.

Los músicos han recibido con muy buenos ojos esta decisión. «Cuanto más se tenga en cuenta la opinión de los músicos, mejor, porque al final somos los que trabajamos con él. El maestro nos escucha mucho y es positivo. Es una responsabilidad de todos», asegura Márquez. A lo largo de todos estos años han pasado muchos maestros por aquí y las opiniones al respecto son muy interesantes. «Es curioso que cuando nos preguntan, la mayoría tenemos el mismo sentir y pensar sobre los directores. Las opiniones son muy similares sobre quién nos gustaría que fuera el próximo maestro», explica el fagotista Miguel Ángel Mesa.
La idea que tiene tanto Chichon como los músicos es que todo el trabajo que se ha realizado hasta ahora, así como la ampliación del repertorio y el nivel cualitativo no caiga en saco roto, sino que se continúe de algún modo el trabajo y, al mismo tiempo, se mantenga el nivel que hay ahora mismo. «Es esencial tener claro a dónde va la música. Es importante saber el sonido y la transparencia que se necesita para que la música tenga sentido. Es algo que hemos conseguido, sobre todo a través de la cuerda de esta orquesta, hay una gran riqueza de armónicos», asegura el maestro. El empeño de Chichon por encontrar al maestro indicado es firme. Cada vez que un director invitado pasa por la orquesta, Chichon se reúne con él para conocer la evolución. Aunque es discreto, porque sabe que si alguno de los posibles titulares se entera de que finalmente no será el escogido, se negará a pisar de nuevo ese auditorio.
El maestro no quiere alargar demasiado su estancia en esta orquesta y está a la espera de encontrar la oferta que mejor se adapte a su carrera. Sin embargo, tampoco ha querido limitarse porque es consciente de que la calidad de un conjunto no es cuestión de adornos y florituras o grandes nombres, sino de horas y horas estudiando. «Esto es fruto de años de trabajo. Vengo un poco de la vieja escuela, donde el estudio es largo y profundo. Vivimos en una sociedad donde se aplaude y se acredita a cualquiera. Hay gente que tiene éxito de la noche a la mañana y está bien, pero no suele ser algo duradero. Hay que tener un plan a largo plazo, solo así se crea algo duradero». La orquesta prepara la salida de un maestro y la llegada de otro, pero antes todos están prevenidos. El concierto está a punto de empezar.
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